martes, 8 de noviembre de 2011

Y me dice José Bono: “autocrítica sí, pero para los demás”


En estos días de frenética actividad política (que “inexplicablemente” suele quedar aletargada durante los 4 años pos- electorales) son múltiples los actos organizados para vender  a un candidato y a un partido como si de un producto se tratase. No importa el contenido, ni el grado e satisfacción de las necesidades ciudadanas; tan sólo importa que el consumidor- ante un oligopolio bipartidista –coloree su voto de rojo o azul (que al fin y al cabo, para que engañarnos, es lo que cuenta). ¡Viva la pluralidad de democrática!.

Y en estas reflexiones andaba yo cuando tuve la ocasión de asistir a una conferencia-coloquio de José Bono en la Universidad Pontificia de Salamanca. La verdad es que en general no decepcionó. Con una retórica envidiable y un dominio excepcional del lenguaje corporal, inició si intervención haciendo gala de  saltarse el discurso preparado para improvisar libremente; actitud ¿espontánea? que se ganó al público universitario de la sala por empatizar con su ontología.

En un hermoso, y hasta emocionante discurso (¿para qué negarlo?), sobre la necesidad de autonomía del individuo frente al grupo, de autocrítica con las corporaciones- especialmente de los políticos hacia los propios partidos- hizo creer que el marketing no tenía cabida en la “buena política” (si es que aún existe); tan solo los hechos. Afirmó literalmente “que las campañas electorales apenas son decisivas”, pues la política más que un sprint es una carrera de fondo.





Y claro, ante tales palabras, yo- ingenua de mí- le propongo (en la ronda de preguntas) que siguiendo el espíritu de autocrítica del que ha hecho gala nos cite, según su criterio, los principales errores del PSOE en la candidatura a expirar. Y es ahí cuando me contesta: “Joven, comprenderás que en plena campaña electoral no voy a hablar de errores en mi partido. ¡La imagen que daría en los medios de comunicación!”. Para eso ya están los otros ¿no?. Y claro, me quedé atónica. La culpa es mía por esperar un poco de coherencia en el discurso. ¡Si es que soy una romántica!

Entonces me vienen a la cabeza las eternas preguntas que gran parte de la clase política no es capaz de contestar. ¿Dónde están los tiempos en los que los políticos gozaban de buena consideración social? ¿Dónde están los tiempos en los que los ciudadanos se sentían representados? Es lo que yo denomino “el complejo del ubi sunt”.

Señores de la política: esos tiempos expiraron por la incoherencia de sus discursos. Por favor, España necesita más que nunca, hechos y no palabras.



No hay comentarios:

Publicar un comentario